La mitad de los pacientes que sobrevive a un infarto o un ictus no cumple con su medicación un año después de sufrirlo.
Sólo el 50 por ciento de los pacientes que sobreviven a un infarto de miocardio o un ictus cumple íntegramente con su tratamiento cardiovascular un año después de iniciarlo, según datos del Comité Español Interdisciplinario para la Prevención Cardiovascular (CEIPC) presentados durante unas jornadas organizadas en el Ministerio de Sanidad.
Sólo el 50 por ciento de los pacientes que sobreviven a un infarto de miocardio o un ictus cumple íntegramente con su tratamiento cardiovascular un año después de iniciarlo, según datos del Comité Español Interdisciplinario para la Prevención Cardiovascular (CEIPC) presentados durante unas jornadas organizadas en el Ministerio de Sanidad.
El coordinador del Grupo de Trabajo de Enfermedades Cardiovasculares de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFYC) y miembro del comité ejecutivo de la CEIPC, José María Lobos, ha criticado esta baja adherencia al tratamiento posterior a estos eventos cardiovasculares.
"Apenas un año después la adherencia cae un 40 por ciento sobre los niveles óptimos, que tienen en cuenta un consumo de al menos del 80 por ciento de la medicación prescrita", ha explicado este experto.
Tras un infarto o un ictus la mayoría de pacientes deben seguir un tratamiento con cuatro familias de fármacos: estatinas, betabloqueantes, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) y antiagregantes plaquetarios.
"Éste es el tratamiento de fondo para reducir la mortalidad y prevenir segundos eventos", ha explicado este experto, que lamenta el alto abandono de alguno de estos fármacos en estos pacientes, en los que "en principio cabría esperar que la adherencia fuera muy buena".
Según Lobos, hay más de 200 causas diferentes que condicionen este cumplimiento pero destacan la falta de la percepción de riesgo, en especial en aquellos pacientes que quedan asintomáticos, la presencia de efectos secundarios asociados a la medicación o problemas de empatía médico-paciente.
Además, en los últimos años, y coincidiendo con la crisis económica, se ha sumado las dificultades para pagar la medicación después de que en 2012 el Gobierno modificara el sistema de copago para incluir a los pensionistas, que hasta entonces no pagaban nada por sus medicinas.
"El hecho de tener que pagar hasta 8 ó 18 euros al mes, en función de la pensión, ha tenido un impacto y ha supuesto una barrera más", ha reconocido Lobos.
Del mismo modo, Miguel Ángel Royo, de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III y también miembro del comité ejecutivo del CEIPC, ha aludido también a "aspectos organizativos" en el seguimiento de estos pacientes.
ENFOQUE ESPECÍFICO PARA LA MUJER
Durante la jornada científica también se ha abordado la necesidad de un enfoque de género para la prevención de la enfermedad cardiovascular en la mujer, ya que a veces se ha confiado en exceso en el factor protector de enfermedad cardiovascular que tienen hasta la menopausia.
En este sentido, Lobos ha reconocido que la presentación de la enfermedad cardiovascular con síntomas atípicos en las mujeres (por ejemplo, en los síndromes coronarios agudos) puede alterar la sospecha clínica y demorar el diagnóstico.
"Sabemos que el infarto de miocardio es menos frecuente que en el varón y que hay más presentaciones atípicas, y también que existe una demora diagnóstica de una hora o más en la mujer. Sin embargo, el infarto agudo es más grave en la mujer que en el varón y más letal", ha indicado.
Este distinto perfil en la mujer "no se traduce en un menor riesgo" ya que las principales causas de muerte y discapacidad en la mujer son también el ictus y la cardiopatía isquémica, las mismas que en el hombre "aunque con orden inverso".
Fuente: lainformacion.com