APATÍA TRAS UN ICTUS
Uno de los déficits conductuales más frecuentes tras sufrir un Ictus es la apatía. ¿En qué consiste esta apatía?
Su característica principal es la disminución de la motivación en cualquier comportamiento que suponga dirigir la conducta hacia un fin. La persona afectada se suele mostrar desganada, indiferente y con falta de espontaneidad.
La apatía es un déficit que produce más limitaciones de lo que parece, ya que afecta a todas las áreas del funcionamiento de la persona y produce un desgaste emocional muy importante en los familiares y cuidadores.
Dentro de este déficit podemos diferenciar diferentes grados:
- Casos leves: no se aprecian tanto desde fuera, pero la persona ya no es la misma, ya no muestra interés por hacer las actividades que antes realizaba diariamente, ni siquiera por las cosas que más le gustaban e incluso puede llegar a descuidar algunos aspectos.
- Casos moderados: las personas afectadas se levantan y con más o menos ayuda realizan las actividades más básicas de la vida diaria, pero no generan otras actividades.
- Casos graves: personas que quieren permanecer en la cama o en el sofá todo el día.
- Casos extremos: la persona puede incluso perder la iniciativa para hablar o moverse de forma espontánea.
En muchas ocasiones la apatía es confundida con la pereza, parece que la persona no tiene ganas de hacer las cosas o que no se esfuerza lo suficiente. Es fácil caer en la incomprensión, no debemos pensar que nuestro familiar “es un vago”, que “no quiere hacer nada”, o que “nos está tomando el pelo”. Debemos ser muy conscientes de que la persona apática no lo es porque quiere, sino que actúa de esta manera debido al Ictus.
Algunas recomendaciones para los familiares y/o cuidadores sobre cómo tratar a una persona con apatía tras haber sufrido un Ictus, son:
- No perder el respeto. Recordar siempre que la persona afectada no tiene la culpa de lo que le ha ocurrido, si fuera por él/ella volvería a la vida que tenía antes del Ictus.
- Tratar a la persona como un adulto, no como un niño. El haber sufrido un Ictus no significa que le guste no sentirse respetado o tenida en cuenta.
- Evitar los gritos para conseguir que haga algo. Con los gritos solo conseguiremos que la persona se ponga más nerviosa y muestre una mayor oposición.
- No criticar su implicación en actividades gratificantes para él/ella porque creemos que sólo hace “lo que le apetece” y no “lo que tiene que hacer”. Es mucho más positivo reforzar esas conductas e intentar que se generalicen a otras actividades que van a potenciar su autonomía.
- Evitar amenazar o chantajear a la persona afectada, de esta forma solo conseguiremos que la persona se ponga más nerviosa y muestre una mayor oposición.
Aunque con frecuencia resulte difícil estimular a la persona apática es imprescindible para su mejoría. El papel de la familia es fundamental para conseguir mayores resultados.
Reyes Valdés Pacheco
Psicóloga de Ictus Sevilla.
Imagen: sp.depositphotos.com